Con todo lo que llevo escrito
se verá que yo soy partidario
del caviar con un gran vino.
NÉSTOR LUJÁN
Sus ojos reflejan el mar azul puro y endurecido de las olas que surcó Ulises; su pluma interpreta con precisión los regueros de sangre y muerte de la Grecia antigua, pero también el mundo moderno y decadente, y como no, el placentero. A José María Álvarez (Cartagena, 1942) resulta casi imposible compararlo con otros poetas, ni con los vivos ni con aquellos que ya alimentan las malvas de los camposantos, titánica tarea la de disociar al Poeta y su Poesía, un todo granítico, denso, inseparable e incorrupto.
José María Álvarez (1942) |
De un dilatadísimo recorrido como constructor de versos y traductor (siempre digo, parafraseando a Blondie "el bueno", que el mundo se divide en dos: los que escriben Constantino Cavafis, y los que lo escriben Konstantino Kavafis; y yo soy de los últimos, por Álvarez), viajero, maudit y residente en múltiples ciudades, sus trabajos aguijonean con saña al lector, que acaba por hipnotizarlo y seducirlo.
Pensad en Troya.
La historia es
conocida: El viento
de la destrucción arrasando
sus murallas, el hierro griego que traspasa
la carne de sus hijos, la peste de la muerte,
los alaridos bestiales de Casandra.
(...)
LA BELLEZA DE HELENA
Pensad en Troya.
La historia es
conocida: El viento
de la destrucción arrasando
sus murallas, el hierro griego que traspasa
la carne de sus hijos, la peste de la muerte,
los alaridos bestiales de Casandra.
(...)
LA BELLEZA DE HELENA
En el poeta de Cartagena (y también de Venecia, Roma, París, Estambul...), los poetas de otrora enarbolan su voz, como brotando de las entrañas de un experimentado ventrílocuo: Eliot, Pound (un poco más de éste que del anterior), Kavafis, Homero, Stevenson, Baudelaire... mas con tesituras diferentes, únicas, rasgando la hoja sobre la que se asienta el poema, ardiendo y crepitando, pero a la vez con una poética singular y sin el más leve atisbo de comparación. Otros trovadores conviven en él, y el cine, el humo del tabaco, y Mozart, Lester Young, y el jazz que se paladea a altas horas de la madrugada, cuando el whisky queda aguado en un vaso ya sin fondo.
Inusual en la poesía en lengua española, Álvarez es fiel heredero del modernismo anglosajón, adalid de la vanguardia patria y rupturista con la tradicional estética de la forma (con él perdí mi complejo a creer que yo mismo incluía demasiadas citas en la introducción de mis poemas; fue un alivio) y el lenguaje.
(...)
Y la ciudad olvidó.
Así pasarán éstos que ahora asolan
sus piedras, y pasarán sus hijos,
y nosotros que contra ellos
nos levantamos. Los mismos pájaros limpiarán todos los huesos.
Y la ciudad olvidará.
INVASIÓN DE LOS BÁRBAROS
(...)
Y la ciudad olvidó.
Así pasarán éstos que ahora asolan
sus piedras, y pasarán sus hijos,
y nosotros que contra ellos
nos levantamos. Los mismos pájaros limpiarán todos los huesos.
Y la ciudad olvidará.
INVASIÓN DE LOS BÁRBAROS
(...) Baluartes
con carne herida que el sol pudre.
Olor de sangre. Polvo
amasado con sangre. Huesos sin tumba. (...)
JORGE MANRIQUE (O DOCTRINAL DE LOS CABALLEROS)
Es altamente recomendable que en cada ocasión que uno zarpe lejos, a más de doscientos kilómetros fuera del hogar, eche Museo de cera en la maleta; un poemario como guía de viaje en donde se podrá hallar todas las soluciones a los problemas que nuestra odisea particular nos pondrá en el camino, sobre todo si se cruza el mar, o es nuestro destino final.
Acostumbro en la tarde a pasear
cerca de las naves llegadas al puerto.
Contemplo el mar, los pájaros.
Estoy envejeciendo.
Olvidadme.
(...)
ELEGÍA
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