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ANTONIO CRUZ PRESENTA SU POLÉMICA NOVELA LA CONJURA DE LAS TABERNAS
La obra publicada por el IEA se dio a conocer en el Centro de Cultura de la Fundación Unicaja
Diego Martínez
19 de octubre 2025
Tras el nuevo gobierno que nace en España al término de la Guerra Civil, un nuevo golpe de estado, una década después, da lugar a la III República, que se convierte en un régimen feroz, dictatorial y represivo, y con este argumento se abre La conjura de las tabernas esta obra de historia-ficción que posee tintes de novela negra y experimental, un relato repleto de sarcasmo, ironía y humor negro impulsado al ritmo de apuntes de literatura, política y jazz. Hace unos días tuvo lugar en el Centro Cultural de Unicaja, en Almería, la presentación de La conjura de las tabernas, novela del poeta y traductor Antonio Cruz Romero, acto al que asistió Mario Pulido, director del Instituto de Estudios Almerienses y editorial que ha publicado la obra.
Fue presentada por el escritor linarense Miguel Vega, destacando que La conjura de las tabernas supone «un extraordinario ejercicio de creatividad lingüística que pone en pie un universo ficticio tan original como fascinante, empleando para ello detalles rigurosos, al margen de tópicos, y desmarcándose del mero tratado histórico».
Miguel Vega llegó a comparar la novela de Cruz Romero, «por su vertiente fantástica y experimental», con La saga/fuga de J. B., de Torrente Ballester, y con Sur, de Antonio Soler, por «la indudable maestría que precisa para manejar a los numerosísimos personajes que comparecen en las páginas de este texto narrativo», indicando que «la experimentación se aprecia en el uso del lenguaje, principalmente en la creación de neologismos y el gusto por un rico manejo del idioma, acudiendo a los registros cultos y populares (a veces incluyendo también el registro manifiestamente vulgar), siendo uno de los alicientes de esta obra, ya que el autor ha huido en todo momento del estilo plano o neutro en el lenguaje empleado».
Vega concluyó su intervención afirmando que «Antonio Cruz es, como todos sabemos, un cultivador constante del género poético, por lo tanto, en un ejercicio de coherencia literaria nos deja buenas muestras de ello en esta novela, con un final que queda construido en base a una carga sentimental que cierra la historia de manera ejemplar y que no tengo reparos en considerarlo como uno de los más valiosos aciertos de este texto tan complejo, tal vez porque en la actualidad no se prodigan en las obras narrativas esos finales que resulten satisfactorios para el lector».
Por su parte, Antonio Cruz quiso destacar lo complejo que había resultado que su novela viese la luz en otras editoriales, motivos que según razona se deben a que «realizo una enmienda a la totalidad de la II República, con declaraciones de los principales actores políticos, pero también de intelectuales que en un principio la apoyaron y poco después la rechazaron, como fueron los casos de Unamuno, Ortega y Gasset o Clara Campoamor, y por otro describo la llegada de una III República basándome en todo aquello que rodeó a la anterior», una novela que, según su autor, está perfectamente documentada, haciendo alusión a Stanley G. Payne, Antonio Escohotado, Manuel Álvarez Tardío, Roberto Villa García o la propia Clara Campoamor.
Antonio Cruz mostró un enorme conocimiento y fascinación por la obra de James Joyce, reconociéndolo como una influencia fundamental, al igual que Camilo José Cela (en especial sus novelas más experimentales) a la hora de construir la suya propia, una novela que según explicó fue concebida como si se tratase de tres ruedas dentadas de un reloj: «una de esas ruedas del engranaje describe unos hechos históricos enmarcados en la primera parte del siglo XX en nuestro país, mientras que la otra supone un absoluto ejercicio de historia-ficción, y a su vez esas dos ruedas, de menor dimensión, se encuentran engarzadas a otra de mayor tamaño, la trama principal de la novela, un relato movido por todo lo anterior que sirve de verdadero motor para engrasar su desarrollo».
El autor detalló que su novela, en la que aparecen un centenar de personajes e incluso una pequeña obra de teatro, está escrita mediante «la técnica clásica narrativa, si bien en muchos momentos acudo al experimentalismo usando el monólogo interior o flujo de conciencia, y es en esos pasajes cuando infrinjo todas las normas, entre ellas las gramaticales y de puntuación», en esta interesantísima y singular novela, no exenta —a buen seguro— de polémica, que detalla el advenimiento de una nueva república en nuestro país.
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