miércoles, 15 de enero de 2014

EL HOMBRE TRISTE QUE SE MARCHÓ INVENTANDO

Juan Gelman (1930), el poeta argentino, se fue ayer para no volver más. Y se ha marchado no desde su Argentina natal, de la que huyó exiliado (que rima con asqueado), sino desde México D.F.. Sus típicas ojeras y su figura, propias de las de un personaje kafkiano y su tristeza contagiosa que arrastraba con motivo, reflejaban desgaste trágico y emocional. Provenía de una familia de judíos ucranianos. Ahí queda su bigote de inventor, de hacedor de palabras; adiós al humo que envolvía sus cenicientos cabellos. Adiós.



FINAL  

Ha muerto un hombre y están juntando su sangre 
en cucharitas, 
querido Juan, has muerto finalmente. 
De nada te valieron tus pedazos 
mojados en ternura.  

Del poemario Gotán (fragmento)

Este fue el primer poema suyo que leí. Y se autodesterró, como un personaje herido del Siglo de Oro, dedicando su vida a construir versos imposibles, palabras inventadas, poemarios sugerentes. Entre otros muchos, en 2007 ganó el importante Premio Cervantes y algunos hasta resumen su larga vida literaria en unos cuantos poemas. Como testamento el último de ellos, que dedicó a Joaquín Sabina.

VERDAD ES     

Cada día  
me acerco más a mi esqueleto.  
Se está asomando con razón.  
Lo metí en buenas y en feas sin preguntarle nada,  
él siempre preguntándome, sin ver  
cómo era la dicha o la desdicha,  
sin quejarse, sin  distancias efímeras de mí.
 (...)

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