miércoles, 22 de enero de 2014

LA MUSA VERDE

Vidrio en forma de exigua y delicada botellita, que esconde dentro un genio, verde como el cristal que lo acoge... hada o diablillo a partes iguales. 

He continuado indagando sobre la extraña y atractiva relación entre literatura y alcohol, recordando una excelente antología de textos literarios que incluye poesía, teatro y prosa (diarios, novelas, artículos) de diferentes literatos en los que el común denominador es aquello que el mago y ocultista Aleister Crowley bautizó como la diosa verde; la absenta. El libro, escrito en neerlandés, se titula De gifgroene muze. Absint in de literatuur, (La musa de color verde fluorescente. La absenta en la literatura) editado en 2005 por Uitgeverij Bas & Lubberhuizen en Ámsterdam. Bastantes años antes, un caluroso verano también adquirí allí por vez primera unas botellitas de absenta, que si no recuerdo mal eran de un 68% de graduación alcohólica. El vidrio verdoso que contiene el embriagador líquido se construye formando bellísimas formas para retenerlo, por miedo a que su espíritu se rebele y desee salir.

De gifgroene muze. Absint in de literatuur
La absenta (o ajenjo), amarga bebida alcohólica que arrastra un ligero sabor anisado es junto al láudano –cuya base es el opio y está compuesto principalmente por vino blanco, clavo, azafrán y canela– un elemento mítico enormemente ligado a la literatura y los escritores del siglo XIX.

Alrededor de la absenta confluye todo un halo de misticismo y hasta romanticismo de la que carece cualquier vulgar sustancia actual, una bebida que ha llegado a estar prohibida en varios países, como en Francia. Aquí un artículo divulgativo de interés.

Publicidad de Lucid, actual empresa norteamericana dedicada a la producción de absenta
Resultaría infinita una lista de escritores que fueron consumidores de absenta y alardearon de ello: Wilde, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine, Strindberg, Artaud, Gide, Cocteau (un genio esclavizado por el opio) o Slauerhoff (el poeta maldito neerlandés). En la tumba de Cortázar, en el cementerio parisino del Montparnasse, sus visitantes suelen colocar una botella de absenta sobre la lápida.

La asociación entre la absenta y los gatos –el escritor argentino era dueño de uno– ha sido una constante desde que comenzó a producirse y publicitarse la bebida espirituosa, probablemente porque el olor a hierbas que desprende la absenta sea enormemente atractivo para estos animales. En alguna ocasión también tendré que escribir lo ligados que han estado estos animales a grandes escritores.   

La antología que cito al comienzo del post comienza con una significativa cita bíblica con la que concluyo:

El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtieron en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, porque se hicieron amargas.
Apocalipsis, 8, 10-11

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